La fe

Entonces, ¿tengo que creer?

Si, pero hay muchos que dicen: ‘tengo fe’ o ‘creo en Dios’. Pero la fe verdadera no es un sentimiento o confianza superficial.

La fe verdadera es algo muy profundo, que influye en todo su ser.

Santiago 2:17

¿Qué es la fe verdadera?

La fe verdadera es una convicción muy profunda en su corazón de que la Biblia es la Palabra de Dios y de que todo lo que está escrito en la Biblia es verdad.

Pero también es una confianza muy profunda, de todo corazón, de que Jesús le salvó, aunque no lo mereciera. Una confianza de que Jesús vino al mundo para sufrir en su lugar, para pagar por sus pecados y para cargar con su castigo y maldición en la cruz.

La fe verdadera cree que Jesús resucitó de la muerte, que él está vivo y que tiene todo poder en su vida. Que él es el Señor. Y que Él le enseña por medio de su Palabra, transformando su vida.

Hebreos 11:1, Hechos 16:14, Hechos 16:30-31,
2 Timoteo 3:16-17, Juan 1:12, Efesios 2:8. Juan 3:14-18, Santiago 2:17, Hechos 8:37, Romanos 10:9-10, Juan 6:29, 1 Juan 5:1.

¿Hay otras formas de fe también?

Sí, hay formas de fe que no pueden salvarle.

Hay personas que creen mucho en el poder de Dios y confían en Él, solo para recibir un milagro o para tener ayuda en problemas.

Hay personas que creen que la Biblia es la Palabra de Dios y que el contenido de la Palabra es verdad. Pero que no desean obedecerla, entregando su vida a Cristo.

Hay personas que creen con mucho sentimiento y alegría, pero solo por poco tiempo, aceptando el mensaje del evangelio, pero después de cierto tiempo, regresan a su vida anterior.

Todas esas formas de fe no son verdaderas. No nos salvan. Solo por medio de la fe verdadera, podemos ser salvados.

Si Dios le da la fe verdadera, nunca la perderá.

Santiago 2:19, Mateo 13:18-23, Mateo 13:1-9, Mateo 13:18-23, Mateo 7:21-23, 2 Timoteo 4:10.

¿Cómo puedo recibir una fe verdadera?

Ningún hombre puede darle una fe verdadera. Eso es obra de Dios y un don de Dios. Si realmente quiere recibir una fe verdadera, ruégueselo a Dios en oración. Suplíquele a Dios que cambie su vida y le perdone sus pecados. Y también estudie la Palabra y escuche predicaciones. Porque Dios nos da la fe a través de su Palabra.

Efesios 2:8, Gálatas 5:22, Juan 6:29, Juan 6:44.

¿Qué debe suceder para saber que soy realmente salvado?

1. Convicción del pecado. Realmente tiene que estar convencido de que es un pecador, que peca contra un Dios bueno. Que usted vive separado de Dios, y que no puede salvarse a sí mismo. Si esa convicción es sincera, eso le causará un dolor profundo en su corazón. Una tristeza grande que quebrantará su corazón.

Hechos 2:37-47, Lucas 18:13, Lucas 15:21, Salmo 51:4, 1 Samuel 12:10, Salmo 41:5, Jeremía 14:7.

2. Conocimiento de Jesucristo. Debe recibir al Señor Jesucristo. Aceptarlo y abrazarlo como su Salvador personal. Confiando con todo su corazón que él vino para salvar. No solo a otros sino también a usted personalmente. Tiene que creer personalmente que él pagó por sus pecados y que cargó con su castigo en la cruz.

1 Juan 1:9, Hechos 10:43, Efesios 1:7, Hechos 4:12, Romanos 1:16, Isaías 53, 1 Juan 4:9-10.

3. Vivir una vida nueva. El conocimiento de la salvación causa un agradecimiento tan grande en su corazón que le hace querer dedicar toda su vida al Señor. Ese agradecimiento al Señor cambia su vida profundamente. De modo que quiere amar, servir y seguir al Señor por encima de todo y a su prójimo como a sí mismo. Significa que quiere obedecer a Dios, según sus mandamientos.

1 Pedro 2:1-3, Salmo 9:2, Mateo 5:16, Romanos 6:13, Hebreos 12:1-3, 1 Juan 3:5-6, 1 Juan 3:10-18. 1 Juan 5:1-4, Mateo 7:21.

¿Cuáles son los mandamientos de Dios?

La Biblia contiene muchos mandamientos. El mandamiento más importante para los creyentes se puede resumir en: Amar a Dios por encima de todo y a su prójimo como a sí mismo.

Un buen resumen de cómo podemos amar a Dios y a los prójimos, puede encontrarlo en los diez mandamientos.

Los diez mandamientos

  1. Dele a Dios el primer lugar en su vida
  2. No adore a otros dioses, ídolos o imágenes
  3. Honre el nombre de Jehová
  4. Mantenga el día de reposo
  5. Honre a los padres y a las autoridades
  6. No mate, cuide la vida
  7. No cometa adulterio, cuide el matrimonio
  8. No robe, cuide las cosas de su prójimo
  9. No mienta, diga la verdad
  10. No codicie las cosas de su prójimo

Éxodo 20:1-17, Mateo 22:35-40.

¿Cuál es el propósito de los mandamientos?

Los mandamientos de Dios tienen el propósito de convencernos más y más de que somos pecadores que no podemos mantener los mandamientos de Dios perfectamente. Son para mostrarnos que somos pecadores. Que somos incapaces de salvarnos a nosotros mismos. Y que debemos buscar nuestra salvación solo en Jesucristo, que cumplió los mandamientos de una manera perfecta, en lugar de los creyentes.

Los mandamientos de Dios también son una guía clara para los creyentes, para que vivan una vida cristiana, obedeciendo la voluntad de Dios. Los creyentes quieren obedecer los mandamientos del Señor, porque aman al Señor.

Romanos 3:19-20, Gálatas 3:24, 1 Juan 5:1-4, Mateo 5:17, Romanos 13:8-10, 1 Tesalonicenses 4, 1 Juan 2:3-6, Mateo 7:21.

¿Entonces, los creyentes ya no pecan?

Lamentablemente no es así. Los creyentes verdaderos también cometen pecados. Eso lo leemos en la Biblia acerca de Noé, Abram, Jacob, David, Pedro y muchos más. Y cada creyente debe decir de sí mismo que todavía es pecador.

Dios transforma a los creyentes a lo largo de su vida para que se parezcan cada vez más a Cristo. Dios les da el deseo de vivir sin pecar, aunque eso sea imposible. El Espíritu Santo les ayuda a combatir el pecado, y les enseña cómo vivir.

Este proceso de caerse y levantarse durará hasta el fin de la vida. La Biblia lo llama ‘la santificación’.

Romanos 7:13-25, 1 Juan 1:8-10, Gálatas 5:17, 2 Corintios 7:1.

¿Es la fe solo para personas decentes?

No. La Palabra dice lo contrario. A las personas ordenadas y decentes les es difícil aceptar y convencerse de que son pecadores.

Jesús dice en la Biblia que solo los enfermos necesitan un doctor. Así es la vida espiritual. Solo los pecadores necesitan un salvador.

Hay personas que viven una vida descuidada y que piensan que deben esperar hasta tener una vida mejor para ir a la iglesia. Pero eso no es lo que dice la Biblia.

La Biblia nos muestra que todo tipo de personas son bienvenidas a Jesucristo. No importa la vida que tengan. No importa lo mal que se sientan. También los ladrones, asesinos, estafadores, adúlteros, prostitutas, adictos, etcétera son bienvenidos.

Eso no significa que usted pueda continuar viviendo una vida descuidada. Dios quiere que nos arrepintamos. Nuestra vida debe cambiar. Pero sólo el Señor tiene el poder de cambiar su vida verdaderamente.

Mateo 9:13, Ezequiel 33:11, Mateo 21:31, Lucas 15, Isaías 1:18,
1 Timoteo 1:15, Mateo 9:13.

¿Cómo puede cambiar mi vida?

Es imposible cambiarnos a nosotros mismos. Pero Dios puede cambiarnos por Su Palabra y Espíritu Santo. A eso lo llamamos el renacimiento o la conversión.

Debe orar para que El Señor cambie su vida de esa manera. El Señor nos promete en su Palabra que Él lo hará. Dice: Quien me busque, me encontrará.

Dios mismo hace ese cambio. Especialmente lo hace en la iglesia, cuando se predica la Palabra. Por lo tanto, ir a la iglesia es muy importante. Porque a través de su Palabra, Dios le habla, personalmente. Para enseñarle lo que debe hacer.

También si usted lee la Palabra en su casa. Por eso es importante leer la Palabra cada día.

Romanos 10:14 y 17, Hebreos 4:12, Mateo 7:7-8, Romanos 3:11, Juan 5:39, Juan 3:3, Juan 6:44, Efesios 2:8, 1 Juan 4:19, Isaías 45:22, Filipenses 2:13, Juan 1:12.

¿Hay otras maneras de obtener el perdón?

No. Solo por la fe verdadera en Cristo Jesús puede ser salvado.

Sin embargo, hay muchos que piensan que hay otras maneras. Piensan que Dios les aceptará porque viven bien, oran regularmente, van a la iglesia, se bautizan, leen la Palabra.

En sí son cosas importantes. Pero que no pueden salvarle del juicio ni del castigo de Dios.

Muchos piensan que sus buenas acciones, deshacen sus malas acciones. Eso también es incorrecto.

Solo Jesús puede librarnos de nuestros pecados y salvarnos de la condenación de Dios. Por medio de lo que hizo en la cruz. No hay otra manera. No hay otro salvador.

Juan 14:6, Romanos 4:5, Hechos 4:12, 1 Timoteo 2:5, 1 Juan 2:1-2, Romanos 10:3, Efesios 2:8-9, Mateo 5:20, Proverbios 11:4, Isaías 58:1-7.