No seas incrédulo, sino creyente
Bible Text: Juan 20:19-29 | Predicador: Cristian Dekker | No seas incrédulo, sino creyente
Mis hermanos, ¿quién de ustedes ha visto el rostro vivo del señor José Eloy Alfaro Delgado, presidente muy conocido de Ecuador? ¿Quién saludó personalmente a este presidente que nació en Montecristo? ¿Quién de ustedes ha hablado con él? Nadie, ¿verdad? ¿Él existió? “Claro que sí”, me dicen ustedes. ¿Por qué sabemos esto con seguridad? Porque nadie de nosostros ha conversado ni comindo con él. Bueno, ustedes me dirán : “Sabemos con seguridad que Eloy Alfaro Delgado existió porque tenemos los testigos de la historia que andaban con él, que trabajaban con él, que vieron su rostro y que nos dieron sus testimonios escritos sobre su vida.” Exacto, hermanos, basado en el testimonio oral y escrito creemos que José Eloy Alfaro existió. Y acerca de esto tema quiero anunciar el evangelio de Dios esta tarde. Sobre la relación entre la fe y las evidencias. Y sobre la diferencia entre ellos. El tema del sermón es: no seas incrédulo, sino creyente.
Unidos en las dudas y en la incredulidad (vs. 19 – 24)
Solo en las dudas y en la incredulidad (vs. 25 – 29)
Unidos en las dudas y en la incredulidad
Hermanos, el vs. 19 nos dice que en el primer día de la semana los discípulos se reunieron. Detrás de las puertas cerradas. Este detalle nos enseña que el primer grupo de la iglesia del Nuevo Testamento, estaban juntos justo en este día. En el primer día de la semana, en el domingo de hoy en día. Y esto era una costumbre, porque el vs. 26 dice: Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro. Los Judíos cuentan el mismo díao incluido. También cuentan un parte del día por el total. Entonces, 8 días después significa el domingo de la próxima semana. Hermanos, también Hechos 20 y 1 Cor. 16 nos enseñan que los seguidores de Jesús tenían la costumbre de reunirse en el primer día, el domingo, el día de la resurección de Jesús. Nosotros no podemos reunirnos ahora por el Corona virus. Pero los hijos de Dios tienen un deseo de reunirse con otros hermanos en Cristo. Este es un fruto del Espíritu y una evidencia de su nuevo nacimiento: De ti será mi alabanza en la gran congregación; Mis votos pagaré delante de los que le temen. (Sal. 22: 25). Y Salmo 42: 5 dice: Me acuerdo de estas cosas, y derramo mi alma dentro de mí; De cómo yo fui con la multitud, y la conduje hasta la casa de Dios. Entre voces de alegría y de alabanza del pueblo en fiesta. Y Pablo dice: no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre (Hebr. 10: 25).Entonces, hermanos, una oveja sola está en peligro. Una oveja necesita a los demás y sobre todo al Pastor Divino. Especialmente en tiempos difíciles. No somos individuos sino un solo cuerpo. Ahora no hay cultos por el peligro de la salud. Pero en tiempos de persecusión por razones religiosas los hijos de Dios en el mundo son como los discípulos en el vs. 19. Estan unidos, congregados. En temor, si. Detrás de puertas cerradas, si. Escondido y en peligro, si. Pero, unidos. Y esta es una característica de la iglesia de Dios: unidad en la diferencia, unidad en la tristeza y unidad en la alegría. Aquí, en el vs. 19 hay unidad en el temor. Busque esta unidad hermanos. Quizás no podamos visitarnos el uno al otro. Pero, un mensaje de whatsapp, una pequeña carta escrita, un llamado corto por el teléfono son instrumentos para buscar la unidad en estos tiempos.
Hermanos, quizás sus puertas y sus ventanas también estén cerradas. Literalmente contra el peligro de infección. Pero, quizás figurativamente también, que usted sufra de un corazón cerrado. Por razones de temor por la situación en el mundo, o la situación en su casa y en su familia o por cualquier otra razón más. Que todo esté cerrada. Y miren: de repente: vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros (vs. 19). Hermanos, Él conoce perfectamente la situación y también la necesidad de cada uno de ustedes. Ni sus preocupaciones, tampoco sus tristezas o temores tienen que estar en el centro. Hijos de Dios, Jesús mismo se pone en el centro en este momento. En medio de nosotros. Por medio de Su Palabra y por medio de esta predicación. Escuchen con todo su corazón el saludo: Paz de vosotros. Paz en su situación, paz en su hogar, paz en su hambre y sed, paz en su enfermedad, paz en su matrimonio difícil, ante todo: paz! “Porque Yo vivo. La muerte y la tumba y el diablo y el infierno son cerrados, eternamente. No temas; yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades. (Ap. 1: 17, 18). Mis hermanos en sus casas, usted detrás de su puerta cerrada, hijo de Dios y seguidor de Jesús en angustia: Paz a vosotros. “Y si ustedes no pueden creerlo, miren mis manos y mi costado (vs. 20).” Y ellos han visto esto, hermanos. Con sus ojos naturales. Y lo creyeron. Qué bendición si usted ahora también en su vida lo cree, hermanos. Quizás por primera vez, quizás de nuevo. El Espíritu quiere ahora llevar este testimonio de los discípulos a su corazón para que usted sienta y crea: Así es, así es, amén, amén. Yo lo creo.
Usted necesita una evidencia de su fé ahora? Bueno, el vs. 20 dice: Y los discípulos se regocijáron viendo al Señor. Así son los seguidores de Dios, quizás detrás de puertas cerradas, quizás sufriendo muchos temores espirituales y luchando en tantas cosas: pero feliz en el Señor. Se regocijaron viendo al Señor. La salmista lo entendió: Si anduviere yo en medio de la angustia, tú me vivificarás (Sal. 138: 7) Y Luc. 24: 32 dice: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino. Mi hermano, ¿usted reconoce esta felicidad en el Señor, el negociar en Jesús con un corazón ardiente? Bienaventurado quien reconoce estas cosas en su propia vida, porque ellos son hijos de Dios. Porque, los hijos del mundo nunca tienen estas experiencias. Para ellos toda la historia de Jesús es una sola locura. Los hijos del mundo tienen su ‘paz’ en el pecado.
Solo en las dudas y la incredulidad
Otra cosa, mis hermanos. Miren conmigo al vs. 24 donde leemos: Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino. Tomás estaba desilusionado, hermanos. Y espero que ustedes tengan un poco de paciencia con este discípulo. Escuche, para un Judío un Mesias que murió en la cruz no era un Mesías. Muchos rabinos y políticos dijeron: “Soy Mesías”, pero al final todos murieron. Y un Mesias Divino no podía morir, según las ideas de los Judíos, y ciertamente no en una cruz. Porque maldito por Dios es el colgado, dice la ley de Moisés (Deut. 21: 23). Imagínense un rato, hermanos. Jesús era un héroe, un maestro, un gran doctor, un pastor, un buen profeta… alguien que hacía milagros. Pensaban que el Mesias iba a librar a Israel de los Romanos… pero murió en deshonor. Un Mesías que murió, hermanos, esto era algo imposible para un Judío. Por eso los discípulos no creyeron el testimonio de las mujeres. Simplemente no lo podían creer . Cristo no había cumplido lo que Él tenia que cumplir según la doctrina de los discípulos. Fue un choque doctrinal para ellos. Por eso dijeron Kleopas y su esposa o amigo en Luc. 24: 21: Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido. Bueno, sería mejor que Tomás en toda su decepción y depresión se hubiera reunido con sus hermanos, pero comprendemos un poco su situación, ¿verdad? El carácter de Tomás era melancólico . Era Tomás el que dijo cuando Jesús quería ir a la peligrosa Judea: Vamos también nosotros, para que muramos con él. (Jn. 11: 16). Así era el carácter de Tomás. El vs. 25 nos menciona: Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. El les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré. Y aquí Tomás se nos acerca mucho. Tomás está desilusionado. Jesús no era el Mesías. El desarollo de la vida de Jesús era tan diferente de lo que Tomás quería . Todo era un sueño, un deseo nomás. Tomás no podía y no quería creer el testimonio de los discípulos, él necesitaba algunas evidencias seguras.
Mi hermano, o mi amigo, jóvenes tal vez, ¿Tomás es su ‘hermano’? Quizás también está desilusionado de la fé? Desilusionado del Señor Jesús? Usted era antes un seguidor con alegría, antes un fiel discípulo? Pensando que todo mejoraría poco a poco? Y ahora… está lejos de sus hermanos literalmente, lejos de la iglesia y quizás también lejos de Jesús. Todo fue un sueño, usted piensa. Su fé no vale nada ahora. No se atreve a decir esto en voz alta … que vergüenza… pero en silencio en su corazón quizás reconozca la situación de Tomás. Hermanos, personas como Tomás piensan y andan en un círculo negativo. No buscan a los hermanos, no quieren estar juntos con los hermanos, no quieren creer el testimonio de los hermanos. Solo viven en sus nubes de dudas. Tal vez no lean la Biblia, no oren mucho. Qué cárcel del diablo. Quizás un chico que diga : “Mis profesores en la universidad me dicen cosas lógicas. Y la Biblia es muy ilógica. Mis libros de estudio me enseñan que no hay un solo Dios, tampoco una sola verdad. ¿Por qué debo creer en un cuento de Hades de un Mesías que murió en la cruz y que resucitó de la muerte?” O tal véz diga un hermano antiguo: “Antes sí, yo creía con todo mi corazón en Jesús, pero ahora: miren la situación de mi vida. Donde está la ayuda del Señor? Por qué no mejoran las cosas en mi vida? Por qué hay tantos problemas en el mundo? Creo que todo fue un sueño. Seguí a alguien que nunca existió…”Mi hermano que desmaya, mi amigo que está dudando: haga lo que Tomás hizo . El vs. 26 dice: Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros.
Estoy seguro mis hermanos que muchas dudas en nuestras vidas no existirían si nosotros nos reuniéramos fielmente con los demás. Dios quiere encontrarnos allá. Él nos invita a la congregación de Su pueblo. Una vida desanimada, un corazón que se enfrió es muchas veces un fruto de la infidelidad en oración, leer y estudiar la Palabra y estar fielmente el domingo en los cultos. Este es el camino normal en que Jesús se nos aparece, hermanos. Jesús en su gran gracia y misericordia, quizo visitar de nuevo a sus discípulos, y especialmente quizo visitar a Tomás. Jesús no visitó a Tomás en su propia casa. Pero, en la congregación. En la reunión del pueblo de Dios. Hermanos, amigos con dudas grandes como las de Tomás, haga lo que Tomás hizo. Aunque ahora no es posible, busque en el futuro la congregación con los hermanos, porque Cristo estará allá.
Para terminar esta prediación, hermanos, este detalle. El vs. 27 nos demuestra que Jesús es un buen psicólogo. Tomás (y quizás usted o tú también) pensó que él necesitaba evidencias: las señales de los clavos en Sus manos y en Su costado. Igual que un chico tal vez piense: solo cuando yo vea a Jesús vivo en las calles de Machala o Portoviejo, o cuando Jesús visite nuestra iglesia el Camino o El Amparo, sí, entonces creeré. Pero mis amados, mucha gente en la época de la Biblia había visto a Jesús. Mucha gente había visto las evidencias de la resurrección, piense en los soldados que cuidaban la tumba de Jesús. Pero, tampoco creyeron. Entonces, Jesús dice: el problema mayor no es la presencia o la ausencia de las evidencias, sino el problema mayor es la ausencia de la fe. Este es el pecado grande del mundo. La incredulidad.
¿Como podemos saber que tenemos la fe verdadera? La fe verdadere nos da la certeza dentro del corazón: !!Señor mío, y Dios mío! Ningún discípulo antes había dicho esto. Tomás crece en la fe increíblemente. Hoy día así Jesús se acerca a usted por medio de Su Palabra, y le dice: “Paz a vosotros. Aquí estoy. Crea en mi Palabra, crea en los testimonios de Mis hijos, Yo estoy vivo, y no seas incrédulo, sino creyente, acérquese a Mi, arrodíllese ante Mí, venga con su dedo y pruébeme …” Hermanos, así afecta la Palabra por medio del Espíritu el fuego de la fe en su corazón, nuevamente. Sin ver con ojos naturales, sino con los ojos de la fe. Y luego dice con todo su corazón: !!Señor mío, y Dios mío! Aunque todo el mundo diga: “¡Qué locura, creer en un hombre que murió!”, digamos con fuerza: “Si, el evangelio es para el mundo una locura, pero para mi una certeza eterna!” Así es la fé verdadera hermanos. Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. (Hebr. 11: 1).
Hermanos… ustedes creen que José Eloy Alfaro Delgado existió, ¿verdad? ¿Ustedes creen también en la resurección de Jesús? El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él. (Jn. 3: 36) Amén.